Día 21 Presentación de la Santísima Virgen.
Es una tradición que surge del proto vangelio de Santiago y que fue impuesta a toda la
iglesia por el Papa Sixto V. Este relato cuenta que cuando la Virgen María era muy
niña sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén y allá la
dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy
cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios.
Día 22 Jesucristo Rey del Universo.
Esta celebración cierra el año litúrgico, ya que al domingo siguiente comienza el
Adviento. La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI en 1925. El Papa
quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es
Cristo Rey. Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey
del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.
Esta semana Jesús nos revela las preguntas del examen final de nuestra vida.
Conocemos las preguntas y las respuestas. ¿No os parece que sería absurdo
suspender? Es cosa nuestra si queremos y estamos convencidos de querer
aprobar. Luego no valdrán las lamentaciones. Aprovechemos el tiempo.
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Primera sección: Creo – creemos.
Capítulo Segundo: Dios viene al encuentro del hombre. La Sagrada Escritura.
18. ¿Por qué decimos que la Sagrada Escritura enseña la verdad? (105-108) (135-136)
Decimos que la Sagrada Escritura enseña la verdad porque Dios mismo es su autor:
por eso afirmamos que está inspirada y enseña sin error las verdades necesarias para
nuestra salvación. El Espíritu Santo ha inspirado, en efecto, a los autores humanos de
la Sagrada Escritura, los cuales han escrito lo que el Espíritu ha querido enseñarnos.
La fe cristiana, sin embargo, no es una «religión del libro», sino de la Palabra de Dios,
que no es «una palabra escrita y muda, sino el Verbo encarnado y vivo» (San
Bernardo de Claraval).
19. ¿Cómo se debe leer la Sagrada Escritura? (109-119) (137)
La Sagrada Escritura debe ser leída e interpretada con la ayuda del Espíritu Santo y
bajo la guía del Magisterio de la Iglesia, según tres criterios: 1) atención al contenido y
a la unidad de toda la Escritura; 2) lectura de la Escritura en la Tradición viva de la
Iglesia; 3) respeto de la analogía de la fe, es decir, de la cohesión entre las verdades
de la fe.
20. ¿Qué es el canon de las Escrituras? (120 y 138)
El canon de las Escrituras es el elenco completo de todos los escritos que la Tradición
Apostólica ha hecho discernir a la Iglesia como sagrados. Tal canon comprende
cuarenta y seis escritos del Antiguo Testamento y veintisiete del Nuevo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna."
Nos muestra a Cristo como el principio y el fin de todo. Abre y cierra el año litúrgico y dará comienzo así el próximo domingo al Adviento. Nos recuerda que en un momento de nuestra vida seremos interrogados y deberemos dar cuenta de nuestras obras. Nos examinará del amor.
Me hace interrogarme si realmente veo a Cristo como el pastor, el maestro, el juez y rey del amor. ¿Me creo realmente el mensaje de Cristo? Si la respuesta es afirmativa ¿por qué no actúo en consecuencia y doy satisfacción a sus peticiones de auxilio?
Cuando veo al hermano en la mayoría de las ocasiones no te veo a Ti. Incluso aparto la vista, o busco excusas para no actuar y ayudar al prójimo. Cuando veo a un pobre pidiendo digo “seguro que me engaña”, cuando veo a un preso digo “se lo tendrá merecido”, cuando veo un inmigrante digo “un aprovechado”, cuando veo un enfermo “es que la vida es así, o cuidado no vaya a contagiarme algo” etc…
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: