Día 9 Nuestra Sra. De La Almudena
Celebramos el día 9 la festividad de Ntra Sra. de La Almudena, patrona de Madrid.
Recordamos en nuestras oraciones a los hermanos de la Encomienda de Madrid.
Los mayores talentos que Dios nos ha dado son el amor, el perdón y la capacidad de
perdonar. El mundo que vemos refleja nuestras ideas internas, nuestros deseos y
emociones. La proyección de éstas da lugar a la percepción del mundo. Miramos a
nuestro interior y luego decidimos qué clase de mundo queremos ver. Esa percepción
justifica nuestra forma de actuar, sentir y reaccionar y puede que nos haga ver el
mundo distorsionado. En la medida que reconocemos nuestros errores de percepción
aprendemos a perdonarlos y a perdonarnos, al ver más allá de los conceptos
distorsionados que tenemos de nosotros mismos, y entonces veremos el ser que Dios
creó en nosotros. El pecado es la falta de amor y por lo tanto necesita corrección, no
castigo. Dios nos creó íntegros, amados y amorosos. El perdón es una corrección
necesaria de los errores, y perdonar es la única manera de ser perdonados por la ley
celestial de que dar es lo mismo que recibir. Mediante el perdón cambiamos la manera
de pensar del mundo, y el mundo perdonado es la antesala del Reino de Dios. Si
reconocemos a Cristo en los hermanos, lo reconoceremos en nosotros mismos.
Cultivemos estos talentos para presentarlos a Dios cuando así nos lo reclame.
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Primera sección: Creo – creemos.
Capítulo Segundo: Dios viene al encuentro del hombre. La Revelación.
15. ¿A quién ha sido confiado el depósito de la fe? (84. 91. 94. 99)
El depósito de la fe ha sido confiado por los Apóstoles a toda la Iglesia. Todo el Pueblo
de Dios, con el sentido sobrenatural de la fe, sostenido por el Espíritu Santo y guiado
por el Magisterio de la Iglesia, acoge la Revelación divina, la comprende cada vez
mejor, y la aplica a la vida.
16. ¿A quién corresponde interpretar auténticamente el depósito de la fe?( 85-
90,100)
La interpretación auténtica del depósito de la fe corresponde sólo al Magisterio vivo de
la Iglesia, es decir, al Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, y a los obispos en
comunión con él. Al Magisterio, el cual, en el servicio de la Palabra de Dios, goza del
carisma cierto de la verdad, compete también definir los dogmas, que son
formulaciones de las verdades contenidas en la divina Revelación; dicha autoridad se
extiende también a las verdades necesariamente relacionadas con la Revelación.
17. ¿Qué relación existe entre Escritura, Tradición y Magisterio? (95)
Escritura, Tradición y Magisterio están tan estrechamente unidos entre sí, que ninguno
de ellos existe sin los otros. Juntos, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen
eficazmente, cada uno a su modo, a la salvación de los hombres.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.""
Estamos al final del año litúrgico, y por lo tanto vamos al encuentro con el Señor. En dicho encuentro deberemos dar cuenta de nuestro trabajo.
Dios me ha dado unos talentos que debo descubrir y saber cómo hacer para que produzcan fruto. Algún día Dios me pedirá cuentas de ello, y tendré que saber responder. No puedo presentarme ante Dios sin conocer mis talentos, o conociéndolos, sin dar fruto. Hay un don universal que a todos se nos ha dado, y que es motor de todos los demás, el amor.
Cuando me pongo ante Ti me veo pequeño e insignificante, pero sé que Tú cuentas conmigo, y para ello me has dado unos dones, unos talentos que debo hacer fructificar en favor de tu Reino, no en interés personal mío.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: