Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que
viven
La tradición de la Iglesia siempre ha considerado este texto a
modo de profecía de quien sería la mujer cristiana por
antonomasia: la Virgen María, Nuestra Señora. Esta es la
razón por la que el papa Francisco determinó en 2018
declarar la fiesta de la Bienaventurada Virgen María como
memoria obligatoria para toda la Iglesia.
“Eva” es ciertamente la madre de todos los creyentes. Su
nombre significa “Vida” o “Madre”. Así nos lo refiere el autor
sagrado indicando que es el hombre, Adán, quien la llama así.
Y no es una denominación cualquiera. Su significación, esa
esperanza más allá del “pecado original” es toda una apuesta
de Dios por la mujer fiel que, como María, recibirá la Gracia
extraordinaria de ser la Madre de Todos los Hombres. La
“Llena de Gracia” supera ese pecado de origen que conllevaba
el dolor y la discriminación... aunque, lamentablemente, lo
que el autor yahvista ya entonces señala, todavía está
demasiado presente en nuestra sociedad y también entre los
cristianos.
El texto alternativo del libro de los Hechos es bien significativo
de la importancia de María en la comunidad apostólica que,
tras la Ascensión del Señor, se reúne en oración con “algunas
mujeres y María, la madre de Jesús y sus hermanos” en el
Cenáculo. Es el preludio de Pentecostés y una referencia
fundamental de esta primitiva Iglesia que espera.
Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
En esta frase se contiene el cumplimiento de la promesa y
enlaza con Génesis 3, que ya hemos referenciado. María
estaba al pie de la cruz y de pie, esperando un signo, una
palabra. Y esta llega y quizá primeramente la desconcierte,
pero seguramente calibraría la responsabilidad que implicaba.
Es el nuevo Sí que da María en un momento decisivo en el
Plan de Salvación.
“Ahí tienes a tu hijo”: a todos y cada uno de nosotros más allá
de la carne y la sangre, una llamada y una mirada para “ver”
al Hijo en sus hermanos los hombres. Y “ahí tienes a tu
Madre”, la nueva Eva, desde el sí definitivo donde antes hubo
una duda, un recelo... María es Nuestra Madre por
antonomasia por generar a Jesús y por dar ejemplo de
esperanza y determinación a pesar del sufrimiento y las
dudas tras el drama del Calvario.
Pero en el relato de San Juan también hemos de destacar la
entrega del Espíritu por parte de Jesús en la hora de la
muerte, un Pentecostés anticipado al del Cenáculo y en medio
de un paisaje desolador y oscuro. Y allí también estaba María,
mirando expectante hacia su Hijo y recibiendo de inmediato
este signo divino de Amor como en la Anunciación.
En esta fiesta de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la
Iglesia, tal como la proclamó San Pablo VI en el Concilio
Vaticano II, acerquémonos en oración y con devoción a Quien,
con su Sí, disipó las brumas del mal de origen y nos posibilitó
una nueva Esperanza.
“La Iglesia es femenina, porque es ‘iglesia, ‘esposa’: es
femenina. Y es madre, da a la luz. Esposa y madre. Y los
Padres van más allá y dicen: ‘También tu alma es esposa de
Cristo y madre’. Y en esta actitud que viene de María, que es
Madre de la Iglesia; de esta actitud podemos comprender esta
dimensión femenina de la Iglesia que cuando falta, hace que la
Iglesia pierda su verdadera identidad y se convierta en una
asociación de beneficencia o en un equipo de fútbol, o en
cualquier cosa, pero no en la Iglesia”.
(Homilía del Papa Francisco en la capilla de Santa Marta, día
de la Virgen María, Madre de la Iglesia: la Iglesia, como María,
es mujer y madre, lunes 21 de mayo de 2018)
Estos Evangelios y reflexión han sido extraídos de “Dominicos”, hecho público en
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/6-6-2022 Dominicos
A) Tradición inglesa: layendas artúricas. Para poder hablar de la Dama del Lago y de la Espada de Luz, debemos remontarnos a la tradición inglesa. A través de ésta, la Dama del Lago se nos presenta como la gran sacerdotisa de la Isla de Avalón, centro de poder espiritual de la tradición druida, tradición que basaba toda cosmogonía en las fuerzas y energías que emergen de la tierra. La tierra era considerada entonces como fuente de conocimiento, y daba sus frutos a quienes vivían en armonía con ella. La tradición inglesa relaciona siempre a la Dama del Lago y a la Espada de Luz con el rey Arturo, si bien existen distintas leyendas al respecto. La principal de las leyendas artúricas parte de la existencia de una necesidad: para que el Conocimiento de los antiguos misterios no cayera en el olvido se necesitaba un vínculo que uniera la vieja sabiduría druida con el nuevo horizonte cristiano que empezaba a extenderse en suelo inglés; este vínculo sería la espada de Excalibur. Tal espada es un objeto sagrado, símbolo de poder, fuerza y orgullo; ha sido forjada en Avalón y representa la sabiduría que la tierra otorga a quien la esgrime por una causa justa. Excalibur no es, por tanto, una espada cualquiera; es una espada mágica dotada de toda clase de poderes. Además, se trata de una espada destinada a un rey, a una persona y sin doblez. La Espada Excalibur le será así entregada a Arturo, el primero de los reyes cristianos, por la Dama del Lago, porque Arturo se hace merecedor de ella. La Dama del Lago es la guardiana de la pureza de la Tradición, de la Verdad, de la enseñanza auténtica y arcana que permanece inmutable a través del tiempo, y, como tal guardiana, emerge del lago y su mano entregará a Arturo la espada mágica de luz para que este preserve la supervivencia de los arcanos y antiguos misterios durante su vida, puesto que a la muerte de Arturo la espada deberá ser devuelta a la Dama del Lago. Aceptando la espada Arturo se comprometía a salvaguardar el conocimiento espiritual que los druidas habían aportado y cuyos ritos aún perviven. Pero, Arturo olvida y desatiende su compromiso, por lo que la Espada de Excalibur debe ser restituida a su lugar, a las aguas del lago que circunda la Isla de Avalón. La Dama del Lago tiene que arrebatársela a Arturo, pues éste ha dejado de ser digno de ella. Otras versiones artúricas afirman que sería nombrado rey de Inglaterra aquella persona que pudiera arrancar la espada de Excalibur de una piedra o yunque donde estaba clavada, siendo Arturo quien consigue hacerlo y quien, por lo tanto, es proclamado rey. “La Espada Excalibur está clavada en la Roca y, en consecuencia, la Energía de su Hoja sólo irradia en el interior de la Roca. Es preciso extraerla y darle la vuelta: en eso es en lo que tú eres del Linaje de los Caballeros de la Espada”. “Caballero, haz que brille tu Espada. Ejercítate en tiempo de paz en el Manejo del Arma, y salmodia también tu Breviario de Textos Sagrados” B) Especial referencia a la figura de la espada. A diferencia de la figura de la Dama del Lago de la cual no hay mención alguna hasta los relatos artúricos, la espada tiene un origen anterior, haciéndose referencia a la misma en numerosos y variados libros. 1) En la tradición cabalística, la espada es la Razón, el sexto Sephiroth del Ruach. El centro de Ruach es el corazón, y se puede apreciar que esta Espada de Ruach debe ser clavada por el propio caballero en su propio corazón. 2) En la Biblia, la espada es un término que aparece en numerosas ocasiones. -La primera espada que se menciona en la Biblia se nos presenta como una espada de fuego: “Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida”. -En los Salmos (45), escritos mil años antes de la Era Cristiana, se cita también a la espada: Eres hermoso; el más hermoso de los hijos de Adán. La gracia se derrama en tus labios. Por eso Dios te bendijo para siempre. Ciñe, pues, tu espada a tu costado ¡OH tú, el más bravo! ¡“Marcha en tu gloria y tu esplendor! ¡Cabalga por la causa de la verdad, de la piedad y de la justicia!” -La última alusión a la espada en las Sagradas Escrituras se recoge en el capítulo final del Apocalipsis: “Entonces vi el cielo abierto y un Caballo Blanco. El que lo monta se llama Fiel y Veraz, porque juzga y combate con justicia. Sus ojos, llama de fuego, sobre su cabeza, muchas diademas. Su nombre es “verbo de Dios”. De su boca sale una espada afilada para herir a los ateos. Los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos”. “Cuando el Caballero coge su Espada con las dos manos, asume (y asegura) así su permanencia en la Estructura del Todo”. 3) La idea del Apocalipsis vuelve a ser recogida de forma muy similar a los textos Brahamánicos, el Dios de la Vida vendrá sobre un Caballo Blanco blandiendo su espada de fuego y sembrando la destrucción en un mundo que es ya un cadáver, un muerto en la materia muerta. 4) En los textos artúricos, además de la espada Excalibur, se habla de otras dos espadas. -La “Espada Rota” -La “Espada del Extraño Tahalí” Otra diferencia notable entre las dos figuras que estamos tratando es la relativa a su vigencia en la actualidad: mientras que el término “Dama del Lago” está prácticamente en desuso, la importancia de la figura de la espada ha perdurado. Ejemplo claro de esta continuidad de la espada sería: la cita de Ramón Llull (S. XIV): “Espada se da al Caballero, porque mantenga la justicia y defienda esta santa Orden”. “Ser armado Caballero es un título de honor, no lo olvidéis..........y el Arma es peligrosa para quien la vuelve contra sí mismo”.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: