Hermanos hoy se impone la actualidad y la dificilísima situación por la
que están pasando nuestros hermanos de Valencia, Castilla –La Mancha y Andalucía que nos hacen agárranos fuerte a la mano de nuestro Dios y con el salmista gritar “Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza”. Solo el Dios de la Vida (acabamos de celebrar las Fiestas de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos) nos puede hacer ver en medio de tanto dolor y frustración humana, un atisbo de luz que nos abre a la esperanza. La solidaridad que ha brotado de manera espontánea y generosa en nuestra sociedad, nos refrenda las palabras de Jesús: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Junto a las riadas llenas de destrucción han aflorado riadas de solidaridad y de amor, la gente sencilla no ha dudado en ponerse las botas y meterse en el fango uniendo sus destinos a los de sus vecinos. Algunos tendrán que revisar sus actitudes…..los que han amado y aman generosamente, los que entregan sin pedir nada a cambio, no están lejos del Reino de Dios.
Los 200 fallecidos (DEP) y sus familias nos invitan a mirar a esta parte de nuestra Patria poniendo todo y fiando todo al amor misericordioso de nuestro Dios. El sabrá curar heridas y secar lágrimas mejor que nosotros pero nos recuerda que amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
Y así nadie se atreverá a hacer más preguntas. Y quedaremos en un respetuoso y contemplativo silencio y una vez más y con todo el convencimiento, te diremos Señor:
NNDNN
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: