Esta semana celebramos la festividad de la Virgen de La Almudena, patrona de Madrid. Recordamos en nuestras oraciones a nuestros hermanos de la Encomienda de Madrid y pedimos a Dios que les envíe su Espíritu para que trabajen incansablemente en los valores del temple.
Así mismo el día 9 es dedicado a la Archibasílica del Salvador y de los santos Juan Bautista y Juan Evangelista, más conocida como Archibasílica de San Juan de Letrán, catedral de la diócesis de Roma donde se encuentra la sede episcopal del obispo de Roma (el papa). Siendo San Juan patrón del Temple, debemos acordarnos y orar a nuestro patrón pidiendo por el Santo Padre, para que le ilumine en su difícil y ardua tarea de dirigir a la cristiandad en estos momentos históricos en los que la Iglesia pasa por situaciones difíciles, con innumerables escándalos, falta de vocaciones, hostigamiento y persecuciones en muchos países.
Decía también Jesús en su enseñanza: Guardaos de esos maestros de la ley a quienes agrada pasear vestidos con ropaje suntuoso, ser saludados en público y ocupar los lugares preferentes en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes. ¡Esos que devoran las haciendas de las viudas, recitando largas oraciones para disimular, recibirán el más severo castigo!
Estaba Jesús sentado frente al arca de las ofrendas y miraba cómo la gente echaba dinero en ella. Muchos ricos echaban en cantidad. En esto, llegó una viuda pobre, que echó dos monedas con muy poco valor. Jesús llamó entonces a los discípulos y les dijo:
Os aseguro que esta viuda pobre ha echado en el arca más que todos los demás. Porque todos los otros echaron lo que les sobraba, pero ella, dentro de su necesidad, ha echado cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.
Nuevamente Jesús arremete contra los maestros de la ley. Es ciertamente crítico con ellos. En los últimos días son ya varios los pasajes en los que lo hace.
Los escribas se aprovechan de su estatus social y abusan de los débiles. Buscan el poder y el prestigio. Esto va totalmente en contra del mensaje de Jesús. Dios busca la humildad, la sencillez, la verdad, la justicia. Dios no se aprovecha de nosotros.
Señor Jesús, gracias por tu Palabra. Hoy nos has enseñado a ser personas humildes que buscan el bien de los demás.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: