Hablar de «rebaños», y de «ovejas» y de «corderos» para referirse hoy a las personas o
grupos suele provocar malestar y rechazo, en general. En la sociedad civil, no se usa este
lenguaje. Y entre los creyentes... pues quizá por la costumbre, por la tradición bíblica, y por
los esfuerzos que hacemos para comprender su significado... seguimos usándolo... pero
realmente... no es una terminología que nos agrade gran cosa. Y algunos, abiertamente, lo
dicen: ¡Nada de ovejas, ni de borregos, ni de rebaños manejados por los «pastores» ...!
En los últimos tiempos nos hemos ido acostumbrando a ser protagonistas y responsables,
y en muchísimos ámbitos (no en todos) procuramos elegir a quienes nos han de guiar o
representar o hacerse cargo de responsabilidades. Y además les exigimos que sean
coherentes, honestos, éticos, que cumplan sus programas y compromisos, que sepan
dialogar y negociar para bien de la mayoría...
Hoy más que nunca nos rebelamos contra todos los que manipulan a las personas o
intentan aprovecharse de ellas, o engañarlas o anteponer oscuros intereses. Y nunca
como ahora hemos estado más controlados y espiados por todo tipo de tecnologías. Nos
vamos enterando que grandes cadenas de televisión, periodistas y locutores, programas
de radio y televisión, prensa, políticos de todos los colores... inventan y difunden bulos,
manipulan datos, seleccionan las noticias que les interesan...
Lo que nunca hace la Biblia al usar este lenguaje, estas comparaciones, es proponer nada
que pudiera sonar a borreguísimo, docilidad pasiva, manipulación, dependencia,
absolutización de la autoridad de los Jefes, o renunciar a la propia libertad. Y nada de esto
aparece en el discurso del Buen Pastor, del que hoy hemos leído un fragmento. Más bien
en él se recalca la libertad de los ovejas que siguen a uno y huyen de otros, según
reconozcan o no su voz; que no hacen caso a ladrones y bandidos que pretenden entrar
no por la puerta, sino por cualquier otro lugar con intenciones de dañar al rebaño.
Jesús señala la diferencia entre el Buen Pastor y el contratado, entre el buen líder que está
al servicio de la comunidad, del grupo, y el que sólo busca su propio beneficio. El Buen
Pastor es exclusivamente Jesús,
A pesar de todas las dudas e incertidumbres, de todas las cañadas oscuras, el creyente va
experimentando a Dios como alguien que sostiene, acompaña, protege y defiende su vida,
incluso en los peores momentos. Alguien que nos da fuerzas para comenzar siempre de
nuevo, alguien que alimenta en nosotros una esperanza indestructible cuando la vida
parece apagarse para siempre; «yo doy la vida para que tengan vida y la tengan en
abundancia». A menudo lo hará a través de «buenos pastores» - ¡que los hay!-,
Hermano Templario: ¿cómo vives tu pertenencia a ese redil de Jesús que es la Iglesia? ¿te
fías al cien por cien de los caminos que Él te va abriendo? ¿caminas con seguridad porque
sabes que nada te puede faltar? ¿vives tu responsabilidad en la construcción del rebaño
común?
Que tengas una feliz y bendecida semana.
NNDNN
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: