Día 31 San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.
Un año más llegamos al mes de Agosto, periodo estival en nuestra querida España.
Este año un tanto distinto al de otros años debido al Covid-19.
Durante este mes solemos disfrutar muchos del descanso, la relajación, la soledad, y a la vez momentos de bullicio, fiestas patronales, reuniones familiares, amigos, disfrute de la naturaleza y de todo aquello que Dios generosamente a puesto a nuestra disposición.
Este año, toda la parte de relaciones sociales, bullicio, festejos etc… se ve suspendida o limitada, y por ello, es quizás un periodo mejor que en otros años para pararse a hablar con Dios, y a reflexionar sobre lo que uno ha hecho este curso y hacer planes para el siguiente. Quizás necesitábamos este advertencia y parón para reflexionar.
Queridos Hermanos os invito a que este mes hagamos todos, esta reflexión.
Analicemos qué significa para nosotros ser Caballero del Temple, ¿en qué me distingo de quien no lo es?, ¿qué obras he llevado a cabo este curso?, ¿me he preocupado por La Orden, sus miembros, sus proyectos y actuaciones?, ¿cómo participo en La Orden? ¿qué puedo hacer el curso que viene en mi entorno más cercano?, ¿cómo puedo colaborar a cambiar el mundo y hacer más próximo el Reino de Dios?, ¿cómo puedo colaborar con La Orden para que siga creciendo y expandiendo el mensaje de Cristo?¿ Qué acciones concretas me propongo? ¿Estoy dispuesto a comprometerme? Ser Templario no es vestirse con su indumentaria, ni añorar el pasado y la Edad Media, ni ser intransigente e intentar implantar un cristianismo por la fuerza. ¿Qué es realmente ser templario hoy en día? ¿Si me quito el manto y no digo pertenecer a La Orden, se reconocerían mis obras, valores y actuaciones como las de un verdadero Templario?
Reflexionemos sobre todo ello y hagamos propósitos concretos para el curso que viene.
Para todos aquellos que disfrutamos del verano
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Este evangelio en una clara representación de la Compasión y la Solidaridad.
Jesús me escucha, me conoce y se compadece de mí. Se deja llevar por mi sufrimiento, mis angustias, mis preocupaciones, y actúa en mí de forma solidaria y abundante. Él no me abandona nunca.
Señor, tú nos diste el ejemplo de lo que debemos hacer. Tú sacias mis necesidades, calmas mis inquietudes con tu palabra y tu amor. Siempre estás atento a mi llamada.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: