Día 22 San Juan Pablo II.
San Juan Pablo II ante la pregunta de un niño de ¿por qué viaja tanto? respondió: no
todos los hombres ni todos los problemas están en Roma. Es preciso salir a conocer
otras realidades y llevar el mensaje de Cristo.
Esta repuesta debe llevarnos a analizar nuestra propia vida. ¿Vivo en un entorno de
confort? ¿Sólo conozco mi entorno y mis problemas cercanos? ¿Estoy atento y
conozco la problemática de otras personas que no son de mi entorno? ¿Qué hago por
conocerlas y preocuparme por ellas? ¿Me acerco a proclamar el mensaje de Cristo?
También decía que un profeta es aquel que habla en nombre de Dios, conoce la
verdad contenida de la palabra de Dios, la lleva consigo, y la custodia como su
patrimonio más precioso. El evangelio de hoy nos hace conocer la verdad contenida
en la palabra de Dios. Llevémosla con nosotros y seamos profetas.
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Primera sección: Creo – creemos.
Capítulo Segundo: Dios viene al encuentro del hombre. La Revelación.
9. ¿Cuál es la plena y definitiva etapa de la Revelación de Dios? (65-66, 73)
La plena y definitiva etapa de la Revelación de Dios es la que Él mismo llevó a cabo
en su Verbo encarnado, Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación. En cuanto
Hijo Unigénito de Dios hecho hombre, Él es la Palabra perfecta y definitiva del Padre.
Con la venida del Hijo y el don del Espíritu, la Revelación ya se ha cumplido
plenamente, aunque la fe de la Iglesia deberá comprender gradualmente todo su
alcance a lo largo de los siglos.
«Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene
otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que
hablar» (San Juan de la Cruz)
10. ¿Qué valor tienen las revelaciones privadas? (67)
Aunque no pertenecen al depósito de la fe, las revelaciones privadas pueden ayudar a
vivir la misma fe, si mantienen su íntima orientación a Cristo. El Magisterio de la
Iglesia, al que corresponde el discernimiento de tales revelaciones, no puede aceptar,
por tanto, aquellas “revelaciones” que pretendan superar o corregir la Revelación
definitiva, que es Cristo.
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?" Él le dijo: ""Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas."
Las normas y preceptos de la Torá se habían convertido en algo complejísimo y extenso, hasta 248 preceptos y 365 prohibiciones, donde los humanos intelectuales podían estar discutiendo día a día totalmente alejados del pueblo ignorante y analfabeto. Al preguntar al Maestro, Él en un acto de sabiduría y concreción contesta.
Vivimos en un mundo de estudio sobre Dios, de investigación teológica, cristológica, litúrgica, bíblica, con un catecismo de 2.685 artículos, encíclicas, pastorales, estudio y comparativo de religiones etc… y todo ello aderezado con el histórico, a modo de jurisprudencia, de lo que antes se podía hacer y ahora no, de lo que era pecado y ahora no, de las obligaciones fundamentales y ahora relativas etc…Todo ello está muy bien conocerlo, y avanzar en este conocimiento, pero también hace que corramos el peligro de perdernos, de hacer todo esto para justificar la existencia verdadera de Dios y ratificar nuestras creencias, denotando así una fe débil. También podemos llegar a la conclusión de que el bien y el mal en nuestro actuar es relativo, se justifique, y tranquilice nuestras conciencias, o por el contrario, nos genere gran confusión e inquietud.
Cuando veo tanto conocimiento y tanto estudio me pierdo. Me siento pequeño ante tanto sabio, tanto asesor espiritual en posesión de la verdad, tanta contradicción, tanto interés político, económico, de poder dentro de la propia iglesia.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: