Día 12 Nuestra Sra. Del Pilar. Día 15 Santa Teresa de Jesús. Día 18 San Lucas
evangelista.
Esta semana celebramos la festividad de la Virgen del Pilar, día de la Hispanidad y
fiesta de gran arraigo cristiano. En estos momentos en los que se tambalea todo lo
que se refiere al pasado, a la Patria, a sus costumbres, al cristianismo y sus valores,
debemos invocar a nuestra madre para que ponga cordura, y no busquemos tanto
nuestros intereses personales sino los colectivos. Dejemos al hombre las luchas y
enfrentamientos propios del hombre, pero recemos y demos a Dios lo que es de Dios.
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Primera sección: Creo – creemos.
Capítulo Segundo: Dios viene al encuentro del hombre. La Revelación.
6. ¿Qué revela Dios al hombre? (50-53,68-69)
Dios, en su bondad y sabiduría, se revela al hombre. Por medio de acontecimientos y
palabras, se revela a sí mismo y el designio de benevolencia que él mismo ha
preestablecido desde la eternidad en Cristo en favor de los hombres. Este designio
consiste en hacer partícipes de la vida divina a todos los hombres, mediante la gracia
del Espíritu Santo, para hacer de ellos hijos adoptivos en su Hijo Unigénito.
7. ¿Cuáles son las primeras etapas de la Revelación de Dios? (54-58, 70-71)
Desde el principio, Dios se manifiesta a Adán y Eva, nuestros primeros padres, y les
invita a una íntima comunión con Él. Después de la caída, Dios no interrumpe su
revelación, y les promete la salvación para toda su descendencia. Después del diluvio,
establece con Noé una alianza que abraza a todos los seres vivientes.
8. ¿Cuáles son las sucesivas etapas de la Revelación de Dios? (59-64,72)
Dios escogió a Abram llamándolo a abandonar su tierra para hacer de él «el padre de
una multitud de naciones» (Gn 17, 5), y prometiéndole bendecir en él a «todas las
naciones de la tierra» (Gn 12,3). Los descendientes de Abraham serán los
depositarios de las promesas divinas hechas a los patriarcas. Dios forma a Israel como
su pueblo elegido, salvándolo de la esclavitud de Egipto, establece con él la Alianza
del Sinaí, y le da su Ley por medio de Moisés. Los Profetas anuncian una radical
redención del pueblo y una salvación que abrazará a todas las naciones en una
Alianza nueva y eterna. Del pueblo de Israel, de la estirpe del rey David, nacerá el
Mesías: Jesús.
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?" Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto." Le presentaron un denario. Él les preguntó: "¿De quién son esta cara y esta inscripción?" Le respondieron: "Del César." Entonces les replicó: "Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios."
La imagen Del César en la moneda representaba el colonialismo del pueblo romano que infringía las normas judías, ya que éstos no podían representar a Dios ni al hombre en imágenes.
Dios nos ha hecho a imagen y semejanza suya, por lo que llevamos impresa su marca e imagen en nosotros desde el nacimiento. Es por eso que nos debemos a Él, y por lo tanto el resto de poderes deben de ser relativizados. Demos a Dios lo que es suyo.
Vivimos en un mundo mediático lleno de ídolos, imágenes, personas de éxito, prototipos de perfección física, de riqueza, de admiración, y en el fondo vivimos en una sociedad vacía, deprimida, carente de valores, llena de envidias, y ansiedades, alejada de Dios, que intenta tapar sus miserias y sus vacíos creando estos falsos ídolos.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: