ATO, 09 de marzo de 2020
9 marzo, 2020ATO, 23 de marzo de 2020
23 marzo, 2020
Asamblea Templaria de Oración
Del lunes 16 de Marzo al domingo 22 de Marzo de 2020
Anno Templi 902
Día 19 festividad de San José y aniversario de la muerte de Jaques De Molay
El evangelio de esta semana es el evangelio de la Luz por excelencia.
En 1314 los aliados de las tinieblas quisieron apagar nuestra luz quemando al último Gran Maestre en el fuego, pero no se percataron que el fuego da más luz y purifica.
Existe una analogía entre Luz, conocimiento, verdad y vida. La Luz es el símbolo de la inteligencia, de la comprensión y de la iluminación espiritual. La luz lleva al conocimiento de la Verdad, es decir a Dios que es la única Verdad. En el prólogo de Juan ya se dice, en el Verbo está la vida y la vida es la luz de los hombres; la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la han sofocado. No existe oposición real entre Luz y tinieblas en el plano del pensamiento, porque la Luz es la única realidad. Las tinieblas no son más que una ilusión, una apariencia, una falta de luz, puesto que la aparición de la luz disipa las tinieblas. Por pequeña y débil que sea la luz, las tinieblas no la ahogan, por consiguiente, no debemos combatir la oscuridad, sino encender nuestra luz. Nuestra batalla como Caballeros Templarios es encender la luz allí donde la población por miedo, inseguridad y abandono ante distintos acontecimientos, está sumida en las tinieblas. Renunciemos a la oscuridad y trabajemos todos los días por mantener la luz encendida. Caballeros Templarios, seamos LUZ y resplandezcamos con nuestros mantos blancos, como lo hacían las antiguas tropas templarias, Honremos con nuestro comportamiento y actos a nuestro último Gran Maestre.
TEXTOS DE LA SEMANA
IV Domingo de Cuaresma
Juan 9,1-41
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)". Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
"¿No es ése el que se sentaba a pedir?" Unos decían: "El mismo." Otros decían: "No es él, pero se le parece." Él respondía: "Soy yo."
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo."
Algunos de los fariseos comentaban: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado." Otros replicaban: ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?" Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?" Él contestó: "Que es un profeta." Le replicaron: "No eres más que pecado desde tu nacimiento, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?" Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?" Él contestó: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?" Jesús les dijo: "Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es." Él dijo: "Creo, señor." Y se postró ante él.
LECTURA
¿Qué dice el texto?
El evangelio nos presenta a Jesús como la Luz. Debemos interpretar este pasaje de la curación física y la figura del ciego, y entender el milagro de la vista, la luz, el camino, Jesús.
Jesús nos muestra el proceso de la fe. Desde la oscuridad del ciego o del que no quiere ver, a la luz del vidente. Los fariseos tienen ojos, pero rechazan la luz y prefieren la oscuridad, sus creencias pasadas, su seguridad en la ley. Les da miedo el cambio, la inseguridad, el fiarse sin tener a qué agarrarse. El ciego se fía, no tiene nada que perder, cree, ve a Jesús, mientras que los fariseos lo miran sin verlo.
MEDITACIÓN
¿Qué dice de mí y qué me dice este texto?
Estamos ante una enseñanza de la Luz, de la Fe recibida en el bautismo. El ciego obtiene la vista en la piscina de Siloé (el enviado), es decir, Jesús.
Primero todos creen que es un hombre el que cura al ciego, luego un profeta, y al final el ciego reconoce que es Jesús, el Mesías, el Salvador. Se trata de la progresión de nuestra fe. Jesús, desde hombre hasta Dios. ¿En qué etapa de desarrollo de mi fe me encuentro?, ¿verdaderamente reconozco a Jesús como Dios Salvador, o como hombre o profeta? ¿Lo he reflexionado despacio y profundamente, o lo creo porque desde niño me lo han impuesto o lo he aceptado sin ni tan siquiera cuestionármelo? Abramos los ojos y descubramos por nosotros mismos a Jesús, por convicción.
ORACIÓN
¿Qué me hace decirle a Dios este texto?
Padre, estamos necesitados de Luz. Vivimos en un mundo de ansiedad, de gente triste, preocupada, con miedo a enfermar o morir. Estamos en una sociedad cobarde, manipulable, que sólo reacciona cuando un peligro le acecha directamente, no cuando acecha a los demás y no nos afecta.
Padre te pedimos que abras nuestros ojos, que recordemos nuestro compromiso bautismal, que seamos valientes, y representemos la luz de un faro que alumbra a nuestra comunidad como guía. Que no nos acobardemos ante el enemigo de la desesperación, el miedo, el pánico. Como Caballeros Templarios hemos librado batallas mucho más complicadas, donde el enemigo era muy superior y la muerte casi segura. Que la luz que siempre nos ha guiado nos ilumine y haga resplandecer nuestro semblante, siendo ejemplo y referente ante el miedo en nuestra comunidad. Te pedimos por el alma de nuestro último Gran Maestre, y todos nuestros hermanos fallecidos, que descansen en paz junto a Ti.
CONTEMPLACIÓN
(Permaneced en mi amor, Jn 15,9)
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
ACCIÓN
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
Dios Padre te necesita, cuenta contigo, te pide acciones concretas cada día para transformar la humanidad con su Palabra. Proponte cada día una acción concreta que vaya cambiando tu ser.
FORMULA ORACIONAL
de la ASAMBLEA TEMPLARIA DE ORACIÓN
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, porque nosotros ya hemos perdonado a quienes nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos.
Amén.
Versión en Latín:
Pater Noster, qui es in coelis, sanctificétur nomen tuum.
Adveniat Regnum tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra, sicut et nos dimitímus debitóribus nostris.
Et ne nos indúcas in tentationem, sed libera nos a malo.
Quia Tuum Regnum, et Potestas et Gloria, Pater, Filius et Spiritus Sanctus, nunc et semper et in saecula.
Amen
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente:
"Señor", (alargando la pronunciación al tiempo de la inspiración; al expirar, en profunda meditación decimos): " ten piedad "....
"Señor (inspiración), ten piedad (expiración), o bien: " " Señor Jesucristo (inspiración) ten piedad (expiración).