Día 14 Exaltación de la Santa Cruz. Día 15 Ntra. Sra. de los Dolores.
La Iglesia en este día celebra la veneración a las reliquias de la cruz de Cristo en
Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito.
Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso
cargar una cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso
el madero al hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó
paralizado. El patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor
imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba
cargando la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su
atuendo imperial, y con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el
pueblo hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada.
Que la cruz que llevamos en nuestros mantos y al pecho nos hagan ser humildes y no
se vea empañada o apagada por el resplandor y boato de nuestros uniformes y
medallas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos."
El texto nos muestra a Dios como el amo que sale a buscar jornaleros para su reino. Al dar la misma paga a todos, puede parecer injusto desde el punto de vista humano, pero es justo desde un punto de vista divino
El texto nos dice que Dios llama a cada uno en su momento y en distintas circunstancias. No tiene en cuenta los méritos de cada uno, sino que lo hace desde su bondad. A unos llama desde que nacen y a otros en el momento previo a su muerte, ofreciendo la misma recompensa cual es el Reino de los Cielos.
Señor, qué distinta manera de ver las cosas tenemos los humanos y tú. Nuestros egoísmos, nuestra falta de solidaridad y la necesidad de recompensa a nuestros méritos, nos hace ser envidiosos, medir y cuantificar todo, y juzgar en función a nuestra forma de entender la justicia.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: