La alegría de predicar En este fragmento de los Hechos de los Apóstoles, la asamblea pide tiempo para reflexionar y expresan el deseo de oír a Pablo. El mensaje de salvación es primero para los descendientes de Abrahán, pero también es luz de los gentiles y salvación para toda la tierra. Dios es fiel y cumple su Palabra. Los Apóstoles también permanecen fieles a la voluntad de Dios. Si la gran mayoría de los judíos rechaza la fe, y no se consideran dignos de la vida eterna, anunciarán el Evangelio a los paganos. En contraste al rechazo de los judíos, Lucas subraya la alegría de los gentiles, que alaban y difunden la Palabra por la región. Semejante alegría es una invitación a la alegría del lector y un estímulo para que también él alabe los planes de Dios, que hace que todo sirva para el bien de los que lo aman. A lo largo de la historia encontramos muchas personas que con alegría han llevado la predicación por diferentes territorios, este es el caso de San Cirilo y San Metodio, hermanos provenientes de Tesalónica, en el Imperio bizantino, que predicaron la fe en Moravia y Panonia. Eran conocidos como los apóstoles de los eslavos. Se les considera inventores e impulsores del alfabeto glagolítico, usado en manuscritos eslavos antes del desarrollo del alfabeto cirílico derivado del alfabeto griego con elementos de los alfabetos copto y hebreo, que a su vez sigue utilizándose en varias lenguas eslavas. El salmo de hoy “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”, el más corto del salterio, es una invitación a todos los pueblos para que alaben al Señor. Los motivos que da nos llenan de alegría: Dios es misericordioso y fiel. Cuando cantamos este himno nos acordamos de que no bastan las palabras para convencer. Jesús pide que nuestra luz alumbre a los hombres para que vean nuestras buenas acciones y den gloria al Padre que está en el cielo. La misión de los discípulos Ya conocemos una primera actividad misionera de los Doce, pero en este fragmento del Evangelio de San Lucas, el Señor envía a setenta y dos y con una misión más concreta. El saludo entre orientales solía ir acompañado, mucho más que entre nosotros, de inclinación del cuerpo, de besos, abrazos, y varias preguntas sobre la salud de los amigos. La frase “no llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino” es una locución proverbial hiperbólica para denotar que no se detengan por el camino, o que no pierdan tiempo. Las comodidades y provisiones del mundo son un estorbo a la hora de predicar el mensaje. El discípulo anuncia de una manera apremiante: “está cerca el Reino de Dios”. Tarea nada fácil porque va como cordero entre lobos. Pero no se limita a anunciar. Es portador de un don que ofrece al llegar; la paz, es decir, la dicha total de quien conoce a Dios. Las posibilidades de rechazarlo son claras. Jesús lo prevé y lo lamenta, aludiendo a la infidelidad de tres ciudades galileas. Es una acción grave y culpable porque rechazan al Señor. Los discípulos han recibido poderes contra los demonios y las enfermedades. Pero van a estar rodeados de peligros y sufrimientos y llevan una misión de caminantes, peregrinos, sin poder instalarse.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: