ATO, 04 de Noviembre de 2019
4 noviembre, 2019ATO, 18 de Noviembre de 2019
18 noviembre, 2019
Asamblea Templaria de Oración
Del lunes 11 de Noviembre al domingo 17 de Noviembre de 2019
Anno Templi 901
Los evangelios de esta semana nos trasladan un mensaje o forma de vida que debemos interiorizar y poner en práctica.
1º.- Perdón. Debemos saber perdonar ilimitadamente y eso sólo se logra desde la fe vivida como un don.
2º.- Agradecimiento y humildad. El evangelio nos muestra la actitud correcta del ser humano ante Dios. Debemos hacer nuestro trabajo y cumplir nuestras obligaciones sin buscar gloria, con humildad y gratitud. Dios cuenta con nosotros porque somos importantes, pero no imprescindibles. Esta certeza nos hace crecer en responsabilidades y elimina nuestras ansiedades. El agradecimiento debe de ser parte de nuestra vida. La curación de los diez ciegos une fe y agradecimiento.
3º.- Preparación para la venida de Dios. Nos preguntamos cuándo llegará la justicia, el respeto, la igualdad, la solidaridad. Jesús nos dice que el Reino de Dios ya está con nosotros. Está en nuestras vidas y debemos buscarlo. No debe preocuparnos el cuándo lo descubriremos, sino cómo nos preparamos ante su venida. Dios nos pide estar en actitud vigilante y actuar cada día.
4º.- Pedir, orar y permanecer fieles a nuestra fe. San Lucas nos lo lleva diciendo domingo tras domingo a lo largo de muchos meses. Dios no es sordo ni ciego. Es un dios que escucha y responde. Debemos preguntarnos si somos perseverantes en nuestras oraciones.
TEXTOS DE LA SEMANA
Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario
Lucas 21, 5-19
Como algunos estaban hablando del Templo, con sus hermosas piedras y los adornos que le habían sido regalados, Jesús les dijo: "Mírenlo bien, porque llegarán días en que todo eso será arrasado y no quedará piedra sobre piedra". Le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo sucederá eso, y qué señales habrá antes de que ocurran esas cosas?" Jesús contestó: "Estén sobre aviso y no se dejen engañar; porque muchos usurparán mi nombre y dirán: "Yo soy el Mesías, el tiempo está cerca". No los sigan. No se asusten si oyen hablar de guerras y disturbios, porque estas cosas tienen que ocurrir primero, pero el fin no llegará tan de inmediato". Entonces Jesús les dijo: "Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. Habrá grandes terremotos, pestes y hambre en diversos lugares. Se verán también cosas espantosas y señales terribles en el cielo. Pero antes de que eso ocurra los tomarán a ustedes presos, los perseguirán, los entregarán a los tribunales judíos y los meterán en sus cárceles. Los harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre, y ésa será para ustedes la oportunidad de dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preocuparse entonces por su defensa. Pues yo mismo les daré palabras y sabiduría, y ninguno de sus opositores podrá resistir ni contradecirles. Ustedes serán entregados por sus padres, hermanos, parientes y amigos, y algunos de ustedes serán ajusticiados. Serán odiados por todos a causa de mi nombre. Con todo, ni un cabello de su cabeza se perderá. Manténganse firmes y se salvarán."
LECTURA
¿Qué dice el texto?
El Apocalipsis que describe San Lucas parece el panorama que vivimos hoy en día. Habla de guerras, persecuciones, pestes, hambre, terror y miedo.
A primera vista diríamos que es una predicción que ya ha llegado. Sin embargo en vez de terror debe de transmitir esperanza.
MEDITACIÓN
¿Qué dice de mí y qué me dice este texto?
En el texto nos habla de la destrucción de Jerusalén, refiriéndose metafóricamente al Templo, a nuestro templo personal propiedad del Espíritu Santo. El fin de los tiempos, el miedo y la persecución de los creyentes hace que nuestro templo personal se tambalee. Panorama muy negro, y sin embargo debemos extraer un mensaje de ánimo y esperanza ante tal situación.
Jesús nos invita al discernimiento frente a la confusión de lo que vivimos, la fortaleza frente al desánimo y el testimonio frente a la confusión y desesperación, la serenidad, la perseverancia y la esperanza frente a situaciones adversas. Eso es la vida, un sin parar de adversidades a las que no debemos rendirnos, sino sobreponernos y seguir luchando contra nuestro enemigo.
Hoy en día estamos viviendo esto. Debo preguntarme si todo ello me lleva a la desilusión, desesperanza, desánimo, miedo, en fin, me hunde en el pecado, o si por el contrario soy capaz de discernir, perseverar, reforzar mis creencias y luchar para defenderlas, siendo testigo de la luz.
ORACIÓN
¿Qué me hace decirle a Dios este texto?
Padre, con qué facilidad me desanimo. Parece como si estuviera deseando que ocurriera cualquier cosa para ello. Soy pesimista, me regocijo en mi desesperanza, tiro pronto la toalla sin perseverar, me rindo ante la adversidad. Parece mentira que crea en Ti, en tu auxilio. Rápidamente pierdo la confianza en Ti. Soy como San Pedro cuando en la barca entra agua por la tempestad y empieza a naufragar. Siento miedo y desesperación.
Padre te pedimos que nos des la gracia y don de sentirte cercano, de creer en ti, de sentirnos arropados. Que sepamos discernir los tiempos que nos toca vivir, que de cada situación adversa seamos capaces de encontrar lo positivo, aprender la lección. Tú no haces las cosas sin más ni más. Cada situación que nos toca vivir tiene su interpretación y sentido, pero no somos capaces de verlo. Ayúdanos a encontrar tu mensaje, a vivirlo intensamente y a contagiarlo a los demás sin miedo.
CONTEMPLACIÓN
(Permaneced en mi amor, Jn 15,9)
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
ACCIÓN
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
Dios Padre te necesita, cuenta contigo, te pide acciones concretas cada día para transformar la humanidad con su Palabra. Proponte cada día una acción concreta que vaya cambiando tu ser.
FORMULA ORACIONAL
de la ASAMBLEA TEMPLARIA DE ORACIÓN
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, porque nosotros ya hemos perdonado a quienes nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos.
Amén.
Versión en Latín:
Pater Noster, qui es in coelis, sanctificétur nomen tuum.
Adveniat Regnum tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra, sicut et nos dimitímus debitóribus nostris.
Et ne nos indúcas in tentationem, sed libera nos a malo.
Quia Tuum Regnum, et Potestas et Gloria, Pater, Filius et Spiritus Sanctus, nunc et semper et in saecula.
Amen
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente:
"Señor", (alargando la pronunciación al tiempo de la inspiración; al expirar, en profunda meditación decimos): " ten piedad "....
"Señor (inspiración), ten piedad (expiración), o bien: " " Señor Jesucristo (inspiración) ten piedad (expiración).