En este gran día de la Pascua, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, se nos acerca
de nuevo para decirnos que no pintamos nada en las tumbas y sepulcros, que no hay que
llorar y lamentar el pasado, que todo es nuevo, que «barramos la levadura vieja para
ser una masa nueva» (2 Lectura).
YA NO HAY LUGAR PARA LA TRISTEZA
YA NO HAY LUGAR PARA LA DESESPERANZA.
YA NO HAY LUGAR PARA EL PECADO.
YA NO HAY LUGAR PARA EL TEMOR.
LO ÚNICO QUE SALVA ES EL AMOR
Porque la resurrección de Jesús es el triunfo del amor.
El amor es siempre fecundo, aunque a veces tarde en germinar.
El amor lo transforma todo, incluso cuando nos lo rechazan.
Hermano Templario: Tú ¡siéntete amado!, mi amor nunca te ha de faltar.
¡Y ama!, porque el amor es más fuerte que la muerte.
Ama y serás eterno; ama y tienes la garantía de la resurrección.
Ama, y aquellos que reciban tu amor, resucitarán contigo.
Ante el hecho de la Resurrección la palabra humana enmudece. ¿qué decir? ¿Cómo
explicar un misterio tan sublime de amor?
Yo no tengo palabras. Por eso hoy te dejo dos pequeños videos que llegaron a mis manos
y espero te sirvan como conmigo lo hicieron.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCION!
NNDNN
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: